En
1923, en una zona conocida como el Priorato de Avon, a unos 50 kilómetros de
París, muere Katherine Mansfield, famosa escritora modernista de origen
neozelandés y figura indiscutible en la lucha femenina por la igualdad social.
Katherine Mansfield muere de tuberculosis en un establo rodeada de unas pocas
vacas. Ha muerto a los 34 años en las instalaciones del Instituto para el desarrollo armonioso del Hombre. Pero ¿qué es ese
instituto y por qué una de las novelistas más conocidas de su tiempo muere en
uno de sus establos? La respuesta para las dos preguntas es un nombre: George
Ivanovitch Gurdjieff.
El Instituto para el desarrollo armonioso del Hombre era el resultado de la idea
de Gurdjieff, al que llamaremos así a partir de ahora, de crear una escuela
donde enseñar al hombre a ser Hombre; universidad
del ocultismo, habían simplificado algunos. Katherine había ido al
encuentro de Gurdjieff desahuciada por los médicos y convencida de que era el
único que podía curarla. Gurdjieff, tal vez convencido de que nada se podía
hacer ya por ella más que permitirle una muerte en paz o porque de verdad
pensaba que los efluvios de las reses podían curarla, le recetó la estancia en
el establo donde murió.
La
historia de esta muerte como primer contacto con nuestro protagonista parecerá
extraña, pero puede crear una emoción justa de lo que fue Gurdjieff o de lo que
dejaba ver.
Apuntes
de su vida hasta 1914
Casi
todo lo que sabemos de él hasta su irrupción en el Moscú de 1914 se lo debemos
al propio Gurdjieff y sobre todo una autobiografía muy libre titulada Encuentros con Hombres Notables.
Gurdjieff
nace en 1866 en Gyumrí, ciudad armenia entonces conocida como Alexandropol. Sus
padres eran griegos emigrados del Asia menor. Su madre era una mujer sencilla y
paciente y su padre, una especie de bardo que se sabía miles de
dichos y leyendas locales con los que ganaba el sustento familiar. De su niñez,
cuenta cómo su abuela en el lecho de muerte le dijo a él, su nieto mayor, que
hiciese con su vida algo diferente al resto de los hombres. Al ver que
Gurdjieff, un niño entonces, la miraba contrariado, clamó, o no hagas nada
en absoluto; - tras lo que, dándole a la escena un toque más dramático, expiró. También
cuenta la impresión que siempre le producían los Yazidiz, seguidores de Yesiz
Bn Unaisa y auténticos adoradores del Diablo. Entre estos paisajes crece hasta la juventud.
Aconsejado y tutelado por un sacerdote ortodoxo amigo de su padre estudia en un
seminario en Tiflis, para los que no creen en las casualidades… uno de sus
compañeros de estudio era Iósif
Vissariónovich Dzhugashvili, mejor conocido como Stalin. Deja el seminario por
una intensa necesidad de comprender y acercarse a la Verdad. Esta misma ansia
le hace entrar o crear un grupo, Los buscadores de la Verdad. Durante estos
años, entre 20 y 25, busca y parece que encuentra el conocimiento en el Oriente. Estos son también sus años más velados. Rom Landau en su libro Dios es mi aventura menciona una carta
que le escribió el novelista y militar británico Achmed Abdulla en la que
trataba sobre Gurdjieff. En ella exponía que lo había conocido en el Tibet en
tiempos de la invasión británica. Nuestro hombre era conocido por la
Inteligencia de su Majestad como el Lama Dorjieff, tutor principal del joven
Dalai y máximo agente ruso de la zona.
De la identidad y vida del resto del grupo nada es seguro. Rumores apuntan a que Karl Haushofer, fundador de la Geopolítica, importante ideólogo del Tercer Reich y fundador del Grupo Thule, era uno de ellos. Para rizar el rizo, los mismos rumores apuntan a Gurdjieff como consejero del propio Haushofer en su elección de la esvástica invertida como emblema del movimiento.
De la identidad y vida del resto del grupo nada es seguro. Rumores apuntan a que Karl Haushofer, fundador de la Geopolítica, importante ideólogo del Tercer Reich y fundador del Grupo Thule, era uno de ellos. Para rizar el rizo, los mismos rumores apuntan a Gurdjieff como consejero del propio Haushofer en su elección de la esvástica invertida como emblema del movimiento.
Los años puros (1914-1917)
Pisando en terreno más firme, Gurdjieff llega
a Moscú en 1914, poco antes de la Primera Guerra Mundial con un objetivo:
enseñar un conocimiento ancestral escondido durante milenios en Oriente en un
lenguaje reconocible para la mente occidental, curiosamente lo llamará
Cristianismo esotérico. Comienza a dar charlas sobre sus teorías en Moscú y San
Petersburgo. De esas charlas surge un grupo, o más bien, Gurdjieff y la inercia
criban a los asistentes como granos hasta que sólo quedan los convencidos.
Antes de continuar es necesario que reparemos en uno de esos granos: Piotr
Demiánovich Ouspenski, en mi modesto entender, una de las mayores lumbreras
espirituales de la primera mitad del siglo XX. Gracias a Ouspenski, al que
intentaremos dedicar una entrada posteriormente, y en particular a su libro Fragmentos de una enseñanza desconocida
sabemos acerca de los que podríamos llamar años puros de Gurdjieff, los que van
de 1914 a la Revolución Rusa de 1917. Un valor no menos apreciable tiene este
libro: el de presentar una base, una introducción a las creencias que trajo
Gurdjieff. Durante estos tres años, el grupo aprende, vislumbra secretos y
obtiene pruebas. Llegado 1917, viendo Gurdjieff en peligro todo el trabajo
realizado por el advenimiento de la Guerra Civil Rusa elige a 12 de sus
seguidores y los cita en Essentuki, ciudad termal del cáucaso. Durante las 6
semanas que dura este retiro Ouspenski reconoce que tuvieron lugar las
enseñanzas centrales de todas las teorías gurdjeffianas. A su término Gurdjieff
les anuncia que todo ha acabado, que no habrá más enseñanzas y que él se va al
Mar Muerto. La duda y el desasosiego se apoderan de los apóstoles, ¿por qué ahora? Esto no ha hecha más que empezar,
- se preguntan, pero no hay respuesta.
En ese momento Ouspenski cuenta que sintió un cambio en Gurdjieff… en sus
objetivos.
Gurdjieff y el Instituto para el desarrollo armonioso del Hombre
La aventura de Gurdjieff continúa al llegar a
Tiflis en 1919 y fundar su primer Instituto
para el desarrollo armonioso del Hombre. Cierra el Instituto y abandona la
capital de Georgia para encaminarse a Constantinopla, pero tampoco se establece
allí y poco después se encuentra en Berlín. Parece ser que en todos estos
lugares intenta crear su escuela con poco éxito. Viaja a Londres donde su
pasado de agente ruso le impide obtener los permisos necesarios de estancia y
actividad. Deja la Gran Bretaña y lo intenta en Francia. Consigue los permisos
necesarios gracias a Raymond Poincaré, Primer Ministro Francés, que ve en él un
poder contra los soviets.
Estamos en 1922. Con el dinero de una tal Lady Rothermere
compra el Castillo de Prieuré cerca de Fountenebleau y en el propio castillo
funda de nuevo su Instituto para el
desarrollo armonioso del Hombre. Puede que el nuevo objetivo de Gurdjieff
fuese llegar a un mayor número de personas, pero de 12 elegidos a publicitarse
en los periódicos hay un gran trecho y este cambio pudo ser lo que produjo el
sentimiento de rechazo en Ouspensky.
Los círculos intelectuales europeos hablan de
Gurdjieff en sus reuniones, la muerte de Katherine Mansfield añade el morbo al
caldo. Gurdjieff manda a un discípulo avanzado, Alfred Orage, fundador de la
revista New Age, al Nuevo Mundo, a
Estados Unidos. En 1924 Gurdjieff viaja a Nueva York y presenta sus ejercicios
en sociedad. Ahora no sólo los intelectuales europeos hablan de él, entre los
americanos encuentra a sus más leales pupilos. Ese mismo año vuelve a Francia
donde su interés por esa máquina llamada automóvil le provoca un accidente que
lo deja al borde de la muerte. Necesita varios meses para recuperarse de
heridas que en otros hubiesen sido mortales. Al no poder hacerse cargo del
Instituto lo cierra y se dedica a escribir.
Cierre del Instituto y vida hasta su muerte
En 1926 muere su esposa de cáncer. En unos
escritos, él mismo se lamenta de que el accidente haya dejado sin fuerzas al
único ser capaz de haberla curado. Termina su novela Cartas de Belcebú a su nieto, escrito que podríamos calificar de
humorístico, pero salpicado de notable verdad. Gurdjieff continúa escribiendo y
concertando reuniones para pequeños grupos hasta su muerte. De estas obras
destacan Encuentros con Hombres Notables,
autobiografía que ya hemos mencionado y La
vida es real sólo cuando Yo Soy, transcripción de cinco de sus
conferencias. El objetivo de sus libros
nos lo aclara el propio autor:
El
conjunto, expuesto según principios enteramente nuevos de razonamiento lógico,
tiende a realizar tres tareas fundamentales:
PRIMERA
SERIE
Extirpar
del pensar y del sentimiento del lector, despiadadamente y sin la menor
componenda, las creencias y opiniones, arraigadas desde siglos en el psiquismo
de los hombres, acerca de todo cuanto existe en el mundo.
SEGUNDA
SERIE
Hacer
conocer el material necesario para una reedificación y probar su calidad y
solidez.
TERCERA
SERIE
Favorecer
la aparición, en el pensar y en el sentimiento del lector, de una
representación justa, no fantasiosa, del mundo real, en lugar del mundo
ilusorio que él percibe.
El 29
de octubre de 1949 en el Hospital Americano de París acaba su vida. Tenemos,
como en las narraciones sobre hombres de valor, hasta sus últimas palabras… Ahora podemos tomar una taza de café.
La
personalidad y las enseñanzas de Gurjieff continúan atrayendo incluso muerto
hace ya más de 60 años. A él, un hombre le dedicó estas palabras del Hamlet: Era un Hombre. Tómalo en toda la extensión.
Nunca más veré otro igual. De él, otro hombre, al que podemos calificar de
sensitivo, huyó totalmente mudado mientras murmuraba: ¡Vade retro! De él, Frank
Lloyd Wright dijo que era el hombre más
grande sobre este mundo.
Terminaremos
como empezamos, con una anécdota que Gordham Munson, crítico literario
neoyorquino, contaba sobre Gurdjieff. Decía algo así: Estando Gurdjieff en
conversación distendida con un cura ortodoxo hizo que éste, una vez confiado,
contara un chascarrillo un poco picante. Cortándolo secamente, Gurdjieff le
espetó: ahora estás sucio. Tan sólo quería hacerle ver que no era un
verdadero sacerdote, - se explicaba Gurdjieff.
Como
diría el Mulaj Nassr Eddin a moraleja de este cuento: Entra o sal, pero ¡por Dios! No te quedes en medio
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